Elemento

Flora

Vegetación en Maderuelo y alderedores

Introducción

En Castilla y León en general y en Maderuelo en particular, las condiciones climáticas –aridez y heladas- han limitado las posibilidades de la agricultura, limitando mucho la gama de cultivos viables. Cereal y viñedo son los cultivos tradicionales en Maderuelo, en una agricultura de secano. Tan sólo en el siglo XX se amplió la gama de cultivos, aunque desapareció el cultivo de la vid.

El avance de las roturaciones y de la ganadería, ha reducido las masas forestales a manchas discontinuas, recluidas en los terrenos menos aptos para la agricultura. En Maderuelo, hubo grandes cambios en los siglos XIX y XX, cambios en la propiedad de tierra, en los modos de producción, la creciente presión demográfica. Se intensificaron las roturaciones de los montes y aterrazaron aguas laderas para poner en cultivo nuevas tierras.

Las extensas masas forestales, prácticamente han desaparecido, así como los grandes árboles viejos.

De esta manera, los usos que han dado los maderolenses al suelo o a las biomasas vegetales, han provocado una transformación en el paisaje, determinando grandes limitaciones al mantenimiento y expansión de algunas especies y favoreciendo la dispersión de otras oportunistas y en general de un porte arbóreo bastante menor.

La vegetación en Maderuelo y alrededores se puede dividir en dos categorías principales: Matorrales y bosques.

Los matorrales

Los matorrales constituyen unas comunidades vegetales dominadas por plantas leñosas, arbustivas y perennes. En la mayoría de los casos han surgido como consecuencia de la degradación de los bosques originarios, sustituyendo los árboles o taxones dominantes en cada una de las series de vegetación.

También se encuentran matorrales que no surgen como degradación de formaciones vegetales superiores, sino que debido a la extremas condiciones climáticas y pobreza del suelo, son el estado máximo de vegetación o clímax, en cuyo caso se los denomina matorrales climácicos.

Ocupan gran parte de los terrenos maderolenses y aparecen salpicados, en numerosas ocasiones, por sabinas arbustivas y, en menor medida, por carrascas, que todavía representan una cobertura muy baja en relación con la extensión total del matorral.

Los bosques

En Maderuelo dominan los matorrales, pero también hay algunos bosques y especialmente hay potencial de los siguientes bosques: Los sabinares, los encinares, los quejigares y los pinares.

En el término de Maderuelo los ejemplares de sabina son de pequeña o media talla, habiéndose desarrollado en los mejores casos hasta los 6 metros de altura, por lo que el porte de la mayoría de los individuos se podría considerar arbustivo por el momento.  La calidad de los sabinares de Maderuelo es variable dependiendo de la profundidad del suelo, de la presión del hombre y de la competencia con las encinas.

El encinar más significativo de la zona se encuentra en el noroeste, cerca de los límites de Maderuelo con Valdevarnes, Valdevacas, Montejo.  La cobertura en este sector se puede considerar el 90% aunque la vegetación herbácea y arbustiva está más empobrecida, por ser una zona habitual de pastoreo.

Las concentraciones más importantes de quejigo de la zona se sitúan en Maderuelo, cerca del embalse. Un primer núcleo ocuparía desde unos 300 metros al este del Arroyo del Locino hasta Los Valles. Y un segundo núcleo se sitúa en las inmediaciones del Arroyo del Pocillo.

Se encuentran pequeños núcleos de repoblación efectuada por ICONA en los años 50 con pino laricio (Pinus nigra Subsp. salzmannii) que se concentran fundamentalmente en pequeños aterrazamientos en algunas laderas, principalmente orientadas al norte. Son arbolillos de pequeño porte que debido a la poca profundidad del suelo y la sequedad de éste, tienen un mínimo desarrollado.

Los núcleos se centran en las márgenes del embalse. Al este, frente a Maderuelo, entre la carretera C-114 y la orilla derecha, donde los árboles tienen un desarrollo medio y alterna esporádicamente algún quejigo con ellos.  En las cimas de las colinas, algunos pinos han evolucionado curiosamente, ya que la inmediata afloración de peñascos calizos les ha impedido crecer y han experimentado un "efecto Bonsai", desarrollando ramas y acículas menores de lo normal y más espinosas.